La magia de los círculos de mujeres.
- paulina romo
- 27 ago
- 3 Min. de lectura
la revolución silenciosa.
Llevo más de dos años sosteniendo círculos alquímicos, y aún me sorprende la magia cambiante que ocurre en cada encuentro. Ningún círculo es igual al anterior: la energía se transforma, como nosotras, en constante movimiento y evolución. Cada reunión ha sido un espejo distinto, una enseñanza viva, un recordatorio de lo que somos cuando nos permitimos estar presentes juntas.
Un círculo no es solo un lugar para conversar. Es un portal. Un espacio profundo, como el útero, donde cada mujer trae su esencia, su voz y su verdad. Allí nos reconocemos al mirarnos en la otra, nos escuchamos y descubrimos que también somos escuchadas, nos sostenemos y entendemos que nunca hemos estado solas.
Jean Shinoda Bolen, en El Millonésimo Círculo, lo explica con claridad: cada círculo es mucho más que una reunión. Es parte de un movimiento que puede transformar el mundo. Porque cuando un número suficiente de mujeres se reúne en círculos con conciencia y corazón, ocurre lo que ella llama la revolución silenciosa: un cambio profundo y colectivo que se expande como anillos de agua. Lo que parece pequeño e íntimo termina resonando en la cultura entera.
El círculo mismo es un arquetipo poderoso. No es una simple figura geométrica: es símbolo de igualdad, confianza, totalidad. No hay jerarquías, no hay arriba ni abajo; cada voz es importante, cada presencia suma. En un círculo, la fuerza no se sostiene en la forma rígida, sino en lo invisible: en la energía que todas nosotras llevamos al centro. Ese fuego invisible hace que un círculo sea sagrado, aunque al mismo tiempo se sienta ligero, bello y alegre.
Porque un círculo no es un espacio de exigencia. Es un descanso para el alma, un lugar donde no hay que sostener nada, donde está bien ser tal cual somos. Es un santuario de confianza, pero también un lugar para reír, para compartir lo simple y lo profundo, para sentirnos seguras y a gusto en nuestra verdad.
Y la magia no se queda ahí. Lo que cada una recibe en el círculo se expande más allá: lo llevamos a nuestra casa, a nuestra familia, a nuestro trabajo, a nuestras relaciones. Así, cada círculo se convierte en una semilla que se replica y multiplica. Y quién sabe… tal vez el tuyo, el mío, el nuestro sea uno de esos que acerquen al mundo al millonésimo círculo, ese punto de inflexión donde la humanidad despierte a una nueva era de amor, equilibrio y conciencia.
Los círculos son, en esencia, lugares de belleza compartida. Son alegres, amorosos y profundamente transformadores. Son recordatorios de que lo sagrado también puede sentirse ligero, cotidiano y verdadero.
Que cada vez más mujeres encuentren estos espacios, que cada vez más círculos nazcan. Porque al final, en cada reunión, estamos recordando lo que somos juntas: una red viva de amor, de escucha, de sostén, de suavidad y de magia.
Nos reencontramos cada último sábado del mes en nuestro Círculo Alquímico de Mujeres, un espacio creado para nosotras, para recordarnos, para acompañarnos, para volver a la frecuencia mágica y al gozo de estar juntas.
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Me encantaría compartir contigo este espacio tan hermoso que he tejido con amor e intención, un lugar donde puedes llegar tal cual eres, descansar en la confianza y abrirte a la magia que ocurre cuando nos reunimos en círculo.
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Ajunto el libre de Bolen, el millonésimo circulo, fue un libro que me compartío mi primer maestra de círculos y que me hace tanto sentido lo que mencionan aquí, así que se los comparto con mucho amor, es un texto muy corto y que vale mucho la pena leerlo.
Les quiero. <3
















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